Concursante número nueve: Ahmadineyad

Nombre: Mamut.

Ocupación: ingeniero y guardián de la revolución.

Proviene de: Arādān (Irán, donde los pistachos).

A ver, vosotros, apuntad bien, coño: “Ah-ma-di-ne-yad”, no sea que luego no me pongáis bien el nombre en el letrero... ¿cómo?, ¿que ya está grabando ese aparato?

Pues... er... hola... yo me llamo Mahmud... Mahmud Ahmadineyad... y soy... hum, soy iraní... bueno, ¿qué... qué os puedo contar?... es que, es que, es que... esquelascámarasmeponendelosmismísimosnervios... no sé, ¿no irán a arrancarme el alma?... ¿no pueden apagarlas, por Alá?

¿Ya están apagadas?... ¿de verdad, eh, de verdad?... uf, qué alivio, es que me entra una tartamudez, un tembleque y unos sudores fríos que ni Pahlevi de sauna con Jomeini.

A lo que iba, soy un chico normal, de mi tiempo, un nuevo Indiana Jones: siempre con mi barbita de tres días, mi chaquetilla finita de entretiempo y buscando ruinas, sí, las ruinas de mis enemigos, ¿eh, jeje?, ¿lo han pillado?

De pequeño era apocado y tímido, algo que he superado con los años. En la escuela era el típico gordito, así que me dieron un apodo que no me gusta nada de nada, “Mamut”. Ya sé que los niños son muy crueles, pero terminé redimiéndoles en mi etapa como artesano tapicero. Desde entonces sólo les deseo lo mejor, por mí como si se quieren dedicar toda la eternidad a trajinarse a las huríes...

Todo el mundo dice que soy polémico, ¿no es para cagarse en su madre? ¡Es manía! Lo que pasa es que se me malinterpreta, se agranda la bola de nieve y ya tenemos montado un pitote contra mí. Como cuando comenté que en Irán no había homosexuales y se me tachó de homófobo, ¡sólo faltaba!, ¡es que en Irán no hay homosexuales, en serio! Hay gays, lesbianas, maricas, bujarras, tortilleras y gente de la otra acera en general, pero “homosexuales”, llamados estrictamente así, no. De ésos no tenemos en stock.

Hubo una época en mi juventud en la que fui rebelde, como toda la muchachada. Si hubiese vivido en Madrid habría montado un grupo de la movida, pero como estaba en Irán me apunté a lo que había, a la revolución islámica. Hacíamos lo típico: derrocar al sha, secuestrar embajadas, zurrarnos con los iraquíes... nada del otro jueves, vaya.

Seguro que todo el mundo me preguntará en la casa por Israel, qué pesaditos se ponen algunos con el tema. No es que sea un país que me pirre, como Afganistán o Siria, pero de ahí a querer su destrucción falta todavía un trecho, más o menos lo que tardemos los iraníes en finiquitar ese asuntillo de la energía nuclear y los yanquis miren hacia otro lado.

¿Por qué entras en Gran Dictador?

Siempre he querido ser un famoso, una celebrity de ésas. Y comprendí que siendo alcalde de Teherán no tendría demasiado éxito: sólo me puse tan morenito como Zaplana cuando era alcalde de Benidorm. Y como aquí no pude montarme un Terra Mítica...

De él han dicho:

JOMEINI, mentor: "A mí el Mamut éste me parece un buen chico. Algo cabronías, sí, pero ni siquiera Mahoma tuvo a todo el mundo de su parte, y eso que era todo un profeta. Así que le deseo a Mamut todo mi apoyo y que aplique todo lo que aprendió conmigo: si no puedes con el enemigo, échale a patadas".

JAVIER CLEMENTE, casi seleccionador nacional de Irán: "¡Ánimo, Mamut! Hazle caso al viejo del turbante: al que no te guste, ¡patapún p'arriba!".